NIVEL 2

Los Tres Cerditos

Cuento popular inglés

En un pueblito

no muy lejano,

vivía una

mamá cerdita

junto con sus

tres cerditos.

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Todos eran

muy felices

hasta que

un día

la mamá cerdita

les dijo:

—Hijitos, ustedes ya

han crecido,

es tiempo

de que sean

cerditos adultos y

vivan por sí mismos.

Antes de dejarlos ir,

les dijo:

—En el mundo

nada llega fácil,

por lo tanto,

deben aprender a

trabajar para

lograr sus sueños.

Mamá cerdita se

despidió con un

besito en la mejilla

y los tres cerditos

se fueron a vivir

en el mundo.

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El cerdito menor,

que era muy,

pero muy perezoso,

no prestó atención

a las palabras

de mamá cerdita

y decidió construir

una casita de

paja para terminar

temprano y acostarse

a descansar.

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El cerdito del medio,

que era medio perezoso,

medio prestó atención

a las palabras de

mamá cerdita y

construyó una casita

de palos.

La casita le quedó

chueca porque como

era medio perezoso

no quiso leer

las instrucciones para construirla.

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La cerdita mayor,

que era la más

aplicada de todos,

prestó mucha atención

a las palabras de mamá cerdita

y quiso construir

una casita de ladrillos.

La construcción de

su casita le tomaría

mucho más tiempo.

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Pero esto no le importó;

su nuevo hogar la

albergaría del frío y también

del temible lobo feroz...

Y hablando del temible

lobo feroz,

este se encontraba

merodeando por el bosque

cuando vio al cerdito menor

durmiendo tranquilamente

a través de su ventana.

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Al lobo le entró

un enorme apetito

y pensó que el cerdito

sería un muy delicioso bocadillo,

así que tocó

a la puerta y dijo:

—Cerdito, cerdito, déjame entrar.

El cerdito menor

se despertó asustado

y respondió:

—¡No, no y no!,

nunca te dejaré entrar.

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El lobo feroz

se enfureció y dijo:

Soplaré y resoplaré

y tu casa derribaré.

El lobo sopló y resopló

con todas sus fuerzas

y la casita de paja

se vino al piso.

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Afortunadamente, el cerdito

menor había escapado

hacia la casa del cerdito

del medio mientras

el lobo seguía soplando.

El lobo feroz

sintiéndose engañado, se dirigió

a la casa del cerdito

del medio y al tocar

la puerta dijo:

—Cerdito, cerdito, déjame entrar.

El cerdito del medio respondió:

— ¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.

El lobo hambriento

se enfureció y dijo:

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—Soplaré y resoplaré

y tu casa derribaré.

El lobo sopló y resopló

con todas sus fuerzas

y la casita de palo

se vino abajo.

Por suerte,

los dos cerditos habían

corrido hacia la casa

de la cerdita mayor

mientras que el

lobo feroz seguía soplando

y resoplando.

Los dos hermanos,

casi sin respiración

le contaron toda la historia.

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—Hermanitos, hace mucho frío

y ustedes la han pasado

muy mal,

así que disfrutemos

la noche al calor de la fogata

—dijo la cerdita mayor

y encendió la chimenea.

Justo en ese momento,

los tres cerditos

escucharon que tocaban la puerta.

—Cerdita, cerdita, déjame entrar

—dijo el lobo feroz.

La cerdita respondió:

— ¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.

El lobo hambriento

se enfureció y dijo:

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—Soplaré y soplaré

y tu casa derribaré.

El lobo sopló y resopló

con todas sus fuerzas,

pero la casita de ladrillos

resistía sus soplidos y resoplidos.

Más enfurecido y hambriento

que nunca decidió trepar

el techo para meterse por la chimenea.

Al bajar la chimenea,

el lobo se quemó

la cola con la fogata.

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—¡AY! —gritó el lobo.

Y salió corriendo por el bosque

para nunca más ser visto.

Un día cualquiera,

mamá cerdita fue

a visitar a sus

queridos cerditos y

descubrió que todos tres

habían construido

casitas de ladrillos.

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Los tres cerditos

habían aprendido la lección:

“En el mundo

nada llega fácil,

por lo tanto,

debemos trabajar para

lograr nuestros sueños”.

Permitir que el estudiante escuche los libros mientras sigue el texto. Esto ayuda a mejorar la fluidez y la comprensión lectora.