por Éric Carle
Al
claro
de
luna
reposa
un
huevecillo
sobre
una
hoja
Un
domingo
de
mañana,
apenas
salió
el
tibio
sol,
del
huevo
salió
una
oruga
diminuta
y muy
hambrienta.
Enseguida
empezó
a
buscar
comida...
El
lunes
comió,
comió
y atravesó
una
manzana,
pero
aún
seguía
hambrienta.
El
martes
comió,
comió
y atravesó
dos
peras,
pero
aún
seguía
hambrienta.
El
miércoles
comió,
comió
y atravesó
tres
ciruelas,
pero
aún
seguía
hambrienta.
El
jueves
comió,
comió
y atravesó
cuatro
fresas,
pero
aún
seguía
hambrienta.
El
viernes
comió,
comió
y atravesó
cinco
naranjas,
pero
aún
seguía
hambrienta.
El
sábado
comió,
comió
y atravesó
un
bizcocho
de
chocolate,
un
helado,
un
pepinillo,
un
trozo
de
queso
suizo,
una
rodaja
de
salame,
una
paleta,
un
pastel
de
cerezas,
una
salchicha,
un
pastelito
y una
tajada
de
sandía.
¡Esa
noche,
tuvo
un
tremendo
dolor
de
estómago!
Al
día
siguiente
era
domingo
otra
vez.
La
oruga
comió
una
hermosa
hoja
bien
verde,
y se
sintió
mucho
mejor.
Ya
no
tenía
hambre,
ni
era
una
pequeña
oruga.
¡Ahora
era
una
oruga
grande
y gorda!
Construyó
una
casita
a
su
alrededor
y se
encerró
en
ella
por
más
de
dos
semanas.
Un
día
hizo
un
agujero
en
el
capullo,
empujó
un
poco
para
salir
y...
¡Se
encontró
convertida
en
una
bellísima
mariposa!