NIVEL 4

Los siete cabritos y el lobo

por Hermanos Grimm

En una bonita casa

del bosque vivían siete cabritos

y su mamá.

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La cabra siempre cuidaba

mucho a sus hijos y,

cuando necesitaba salir

insistía en que tuvieran cuidado

y no abrieran la puerta a nadie.

Un día la mamá cabra

tuvo que ir de compras al pueblo.

–El lobo es muy astuto

y es capaz de mentirles

para devorarlos –les dijo.

Los cabritos escuchaban con atención.

–Si llaman a la puerta

y escuchan una voz ronca,

seguramente es el lobo.

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¡No lo dejen entrar!

–Sí, mamá -respondieron sus hijos.

–Recuerden que puede disfrazarse

para engañarlos…

No dejen de mirar por el agujerito

de la cerradura y verán

que los pelos negros

cubren todo su cuerpo...

Fuera de la casa,

detrás de un árbol,

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se escondía un terrible

lobo que observaba cómo la cabra

salía con su bolsa,

dejando a sus hijos

solos dentro de la casa.

–¡Sííí, mamá! -exclamaron los cabritos.

–Tendremos cuidado.

–Muy bien, hijitos,

me voy a comprar al pueblo

y cuando vuelva daremo

un paseo por el campo.

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Les traeré rica comida.

Los pequeños dijeron a coro:

–¡Sí, mamá!

Minutos después, el lobo se acercó

y dio unos golpes en la puerta:

TOC-TOC-TOC

Dijo:–Soy mamá

y les traigo rica comidita,

¿pueden abrirme la puerta?

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Los cabritos reconocieron

la voz ronca del lobo y gritaron:

–¡NOOO… TÚ NO ERES NUESTRA MADRE!

¡ERES EL LOBO!

Enojado, el lobo se fue

y se acercó a una granja

que estaba cerca.

Se comió docenas de huevos

porque dicen que los huevos aclaran

y suavizan la voz.

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Volvió a la casa

de los cabritos.

TOC-TOC-TOC

Y con voz suave dijo:

–Hijos, soy mamá,

¿pueden abrirme la puerta?

No convencidos de que

fuera su madre,

los cabritos le dijeron:

–Si eres nuestra madre,

enséñanos tu pata.

El lobo les enseñó su pata negra

y peluda por debajo de la puerta.

Y los cabritos dijeron:

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–NOOO… TÚ NO ERES NUESTRA MADRE.

¡ERES EL LOBO!

Enfurecido, el lobo

se dirigió a la casa del panadero

y le pidió una bolsa de harina.

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El panadero pensó que

algo malo planeaba hacer

el lobo y le respondió:

–No, señor lobo,

no le daré harina

porque la usaré para

cocinar una torta muy rica.

El lobo le gruñó al pobre hombre,

le mostró sus grandes

dientes y lo amenazó:

–¡TE COMERÉ DE UN SOLO BOCADO!

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El panadero se quedó

sin palabras y le entregó la bolsa.

El lobo metió allí

una pata para que se blanqueara

y se fue otra vez

a la casa de los cabritos.

TOC-TOC-TOC

Y les dijo:

–Niños, soy mamá y

les traigo comida exquisita.

¡Abran la puerta!

Los cabritos volvieron a decirle:

–Si eres nuestra madre,

entonces enséñanos tu pata.

El lobo enseñó la pata

bien rebozada en harina

por debajo de la puerta

y los cabritos gritaron:

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–¡ESTA VEZ ES MAMÁ!

y abrieron la puerta.

El lobo entró rápidamente en la casa

y empezó a correr

para alcanzar a los cabritos.

Todos huyeron y se escondieron

cada uno en un lugar distinto.

El mayor se metió debajo de la mesa;

el segundo, debajo de la cama;

el tercero se escondió detrás de la estufa;

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el cuarto, en la cocina;

el quinto, en el armario;

; el sexto, bajo la pileta

de lavar los platos

y el más pequeño,

se metió en la caja del reloj de pared.

Pero el lobo los fue encontrando

y los devoró uno detrás de otro.

No encontró al pequeño,

el que estaba en la caja del reloj.

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Como no tenía más hambre,

el feroz animal se alejó

caminando muy despacio

hasta un prado verde,

se tendió debajo

de un árbol y se quedó dormido.

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En ese momento pasaba por allí

un cazador que vio

la puerta abierta

de la casa de los cabritos

y escuchó sollozos.

Entonces, entró.

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Fue y vino.

tratando de encontrar

de dónde venían los sollozos.

Llegó la cabra de hacer sus compras,

vio el desorden,

no encontró a sus hijos y gritó:

–Ay, ¡mis hijitos!

Seguro que a todos

se los ha llevado el lobo.

Pero al acercarse a la caja

del reloj pudo oír la vocecita

de su hijo más pequeño:

–Mamita, estoy aquí escondido,

abre la puerta.

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La madre lo sacó de allí,

y el cabrito le contó

lo que había sucedido.

El cazador oyó a la cabra

y a su hijito

y se acercó a ellos.

–Señora cabra -le dijo.

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–Salgamos a buscar a ese animal, .

tal vez podamos

salvar a sus hijos.

Antes de salir,

el hombre pidió al cabrito:

–Pequeño, trae una tijera,

una aguja y

un ovillo de hilo de coser.

Luego los tres salieron

y encontraron al lobo

roncando bajo el árbol.

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El hombre lo miró atentamente,

de pies a cabeza,

y vio que en su abultada panza,

algo se movía y pateaba.

Sin dudarlo, abrió la barriga

del monstruo y el primer

cabrito asomó la cabeza…

A medida que seguía cortando,

fueron saliendo dando

brincos los seis cabritos,

que no habían sufrido

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ningún daño, pues el lobo,

con su hambre desesperado

se los había tragado enteros.

¡Qué alegría sintieron todos!

Los cabritos se abrazaron

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a su madre y saltaron felices

El cazador, mientras tanto,

buscó piedras para llenar

labarriga del lobo,

mientras aún estaba dormido.

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Luego, la mamá cabra cosió

el agujero con hilo y aguja,

y lo hizo tan bien

que el lobo ni siquiera se despertó.

La cabra, los cabritos y el cazador

regresaron a la casa y la mamá

preparó una rica comida para sus hijos

y para el buen hombre

que los había ayudado.

El lobo se despertó poco después,

se preguntó:–¿Qué es

lo que pesa tanto en mi barriga?

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Como sentía mucha sed,

se dirigió lentamente

hacia el río dispuesto a

beber gran cantidad de agua fresca.

Desde la ventana de su casa los

cabritos lo vieron alejarse.

El malvado animal caminaba

inclinado hacia la tierra

por el peso de las piedras.

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Llenos de alegría,

los cabritos bailaron alrededor

de su madre y cantaron:

¿QUIÉN TEME AL LOBO FEROZ? TAN ATROZ, TAN ATROZ…

Permitir que el estudiante escuche los libros mientras sigue el texto. Esto ayuda a mejorar la fluidez y la comprensión lectora.