por Hermanos Grimm
En una bonita casa
del bosque vivían siete cabritos
y su mamá.
La cabra siempre cuidaba
mucho a sus hijos y,
cuando necesitaba salir
insistía en que tuvieran cuidado
y no abrieran la puerta a nadie.
Un día la mamá cabra
tuvo que ir de compras al pueblo.
–El lobo es muy astuto
y es capaz de mentirles
para devorarlos –les dijo.
Los cabritos escuchaban con atención.
–Si llaman a la puerta
y escuchan una voz ronca,
seguramente es el lobo.
¡No lo dejen entrar!
–Sí, mamá -respondieron sus hijos.
–Recuerden que puede disfrazarse
para engañarlos…
No dejen de mirar por el agujerito
de la cerradura y verán
que los pelos negros
cubren todo su cuerpo...
Fuera de la casa,
detrás de un árbol,
se escondía un terrible
lobo que observaba cómo la cabra
salía con su bolsa,
dejando a sus hijos
solos dentro de la casa.
–¡Sííí, mamá! -exclamaron los cabritos.
–Tendremos cuidado.
–Muy bien, hijitos,
me voy a comprar al pueblo
y cuando vuelva daremo
un paseo por el campo.
Les traeré rica comida.
Los pequeños dijeron a coro:
–¡Sí, mamá!
Minutos después, el lobo se acercó
y dio unos golpes en
la puerta:
TOC-TOC-TOC
Dijo:–Soy mamá
y les traigo rica comidita,
¿pueden abrirme la puerta?
Los cabritos reconocieron
la voz ronca del lobo y gritaron:
–¡NOOO… TÚ NO ERES NUESTRA MADRE!
¡ERES EL LOBO!
Enojado, el lobo se fue
y se acercó a una granja
que estaba cerca.
Se comió docenas de huevos
porque dicen que los huevos aclaran
y suavizan la voz.
Volvió a la casa
de los cabritos.
TOC-TOC-TOC
Y con voz suave dijo:
–Hijos, soy mamá,
¿pueden abrirme la puerta?
No convencidos de que
fuera su madre,
los cabritos le dijeron:
–Si eres nuestra madre,
enséñanos tu pata.
El lobo les enseñó su pata negra
y peluda por debajo de la puerta.
Y los cabritos dijeron:
–NOOO… TÚ NO ERES NUESTRA MADRE.
¡ERES EL LOBO!
Enfurecido, el lobo
se dirigió a la casa del panadero
y le pidió una bolsa de harina.
El panadero pensó que
algo malo planeaba hacer
el lobo y le respondió:
–No, señor lobo,
no le daré harina
porque la usaré para
cocinar una torta muy rica.
El lobo le gruñó al pobre hombre,
le mostró sus grandes
dientes y lo amenazó:
–¡TE COMERÉ DE UN SOLO BOCADO!
El panadero se quedó
sin palabras y le entregó la bolsa.
El lobo metió allí
una pata para que se blanqueara
y se fue otra vez
a la casa de los cabritos.
TOC-TOC-TOC
Y les dijo:
–Niños, soy mamá y
les traigo comida exquisita.
¡Abran la puerta!
Los cabritos volvieron a decirle:
–Si eres nuestra madre,
entonces enséñanos tu pata.
El lobo enseñó la pata
bien rebozada en harina
por debajo de la puerta
y los cabritos gritaron:
–¡ESTA VEZ ES MAMÁ!
y abrieron la puerta.
El lobo entró rápidamente en la casa
y empezó a correr
para alcanzar a los cabritos.
Todos huyeron y se escondieron
cada uno en un lugar distinto.
El mayor se metió debajo de la mesa;
el segundo, debajo de la cama;
el tercero se escondió detrás de la estufa;
el cuarto, en la cocina;
el quinto, en el armario;
; el sexto, bajo la pileta
de lavar los platos
y el más pequeño,
se metió en la caja del reloj de pared.
Pero el lobo los fue encontrando
y los devoró uno detrás de otro.
No encontró al pequeño,
el que estaba en la caja del reloj.
Como no tenía más hambre,
el feroz animal se alejó
caminando muy despacio
hasta un prado verde,
se tendió debajo
de un árbol y se quedó dormido.
En ese momento pasaba por allí
un cazador que vio
la puerta abierta
de la casa de los cabritos
y escuchó sollozos.
Entonces, entró.
Fue y vino.
tratando de encontrar
de dónde venían los sollozos.
Llegó la cabra de hacer sus compras,
vio el desorden,
no encontró a sus hijos y gritó:
–Ay, ¡mis hijitos!
Seguro que a todos
se los ha llevado el lobo.
Pero al acercarse a la caja
del reloj pudo oír la vocecita
de su hijo más pequeño:
–Mamita, estoy aquí escondido,
abre la puerta.
La madre lo sacó de allí,
y el cabrito le contó
lo que había sucedido.
El cazador oyó a la cabra
y a su hijito
y se acercó a ellos.
–Señora cabra -le dijo.
–Salgamos a buscar a ese animal, .
tal vez podamos
salvar a sus hijos.
Antes de salir,
el hombre pidió al cabrito:
–Pequeño, trae una tijera,
una aguja y
un ovillo de hilo de coser.
Luego los tres salieron
y encontraron al lobo
roncando bajo el árbol.
El hombre lo miró atentamente,
de pies a cabeza,
y vio que en su abultada panza,
algo se movía y pateaba.
Sin dudarlo, abrió la barriga
del monstruo y el primer
cabrito asomó la cabeza…
A medida que seguía cortando,
fueron saliendo dando
brincos los seis cabritos,
que no habían sufrido
ningún daño, pues el lobo,
con su hambre desesperado
se los había tragado enteros.
¡Qué alegría sintieron todos!
Los cabritos se abrazaron
a su madre y saltaron felices
El cazador, mientras tanto,
buscó piedras para llenar
labarriga del lobo,
mientras aún estaba dormido.
Luego, la mamá cabra cosió
el agujero con hilo y aguja,
y lo hizo tan bien
que el lobo ni siquiera se despertó.
La cabra, los cabritos y el cazador
regresaron a la casa y la mamá
preparó una rica comida para sus hijos
y para el buen hombre
que los había ayudado.
El lobo se despertó poco después,
se preguntó:–¿Qué es
lo que pesa tanto en mi barriga?
Como sentía mucha sed,
se dirigió lentamente
hacia el río dispuesto a
beber gran cantidad de agua fresca.
Desde la ventana de su casa los
cabritos lo vieron alejarse.
El malvado animal caminaba
inclinado hacia la tierra
por el peso de las piedras.
Llenos de alegría,
los cabritos bailaron alrededor
de su madre y cantaron:
¿QUIÉN TEME AL LOBO FEROZ? TAN ATROZ, TAN ATROZ…
Juego de Comprensión
Permitir que el estudiante escuche los libros mientras sigue el texto. Esto ayuda a mejorar la fluidez y la comprensión lectora.